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El pueblo y sus habitantes

Las casas del burgo forman una especie de concha en la falda del monte. A veces  secretas y otras veces radiantes, a veces  habitados por el canto de las golondrinas y otras veces por el murmullo del agua, los callejones se enredan alrededor de cuatro fuentes, de lavaderos y de pequeñas plazas propicias al encuentro. Las casas de Zuberoa tienen a menudo marcos de piedra o de madera que muestran  sus fechas de construcción en el dintel de la entrada.  Los techos de pizarra de marcada pendiente y talones nos recuerdan  que, en invierno, la nieve no está lejos…

Según la tradición vasca, cuatro calvarios señalan los límites del burgo en los cuatros puntos cardinales. Además de los deportes vascos “tradicionales” : frontón y trinquete (Larraine es, en verano, el lugar donde se organiza el trofeo de élite profesional Betzüla), el pueblo cuenta con comercios, venta de queso de granja, hostales-restaurantes, albergues rurales y un camping. Las asociaciones, muy activas, trabajan principalmente por la difusión y la conservación de la cultura vasca.

Adelante, id al encuentro de los habitantes, en su mayoría granjeros. Os hablarán de su montaña, aquella con la que sueñan, aquella que los ancianos han tratado con respeto y con moderación, y que ahora quieren preservar.